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El Pombero

Mi lectura preferida

Es una lucha...

Vamo a vé si se puede arrancar finalmente con esto. Por suerte después de negociar un poco con estos de la Línea Capital, conseguí que me dieran un espacio en el diario nungá de ellos para que yo me pueda explayar bien explayado sobre las cosas que a mi me gustan contar....

La mano viene así: yo soy un joven de pueblo, tranquilo mismo, y masiado mismo me gusta esto de ser periodista y como acá en Posá-a, el que quiere nomás es periodista, y me vine y ya estoy mismo en carrera. Yo ya hice antes un par de intentos y la verdá, bien me fue, aunque como siempre, los detractores ya estén a la orden del día tratando de empujar para atrás.

Pero no importa, no hay que darle boliyha (N de la R: léase con la entonación posadeña para la LL –elle-, que no es ni la ye no la she) mismo a esas cosas y lo importante, decía, que la gente esta me permitió estar acá. Yo dejé en mi página, para que vos veas que no soy improvisado, algunas cosas de mis andanzas anteriores pero yo, misionero al fin, antes estaba en el interior y ahora me viene para Posá-a y ya me adapté y ya me olvidé mismo de donde era. Mejor ni te cuento donde alquilé pero desde la capital viá remar con fuerza para estar en el centro pronto y entonces, cuando algún político me invite a comer, ahí si que ya bien ya seré periodista itíreina.

Pero vamos con los nuestro: El Pombero, un chico de barrio, va a entrar a partir de ahora en la ciudad a observar a todo lo que forme parte de la ñande higt society local y ahí si que atajate, porque yo estoy acá para hacer periodista de estrellas (y de estrellados...) y para ver un poco qué se escribe en los medios, en qué andan los políticos y esas yerbas (con palitos) que estamos acostumbrados a conocer por ahi... Bueno shhera-á, así nomá é la cosa (dijo el que tenía corto... el bolsillo, je je je) y acá ya estamos en carrera.

Capítulo I

Lo de siempre. Me quieren contar quién fue el que le votó a la renovación porque ahora resulta que anduve dando vueltas por todos lados y están todos masiado pichados porque ganó Rovira y otra vez, ¡¡¡¡nadie lo votó!!!!

Yo si que hay veces que no entiendo ná de ná en este pueblo porque no podé decí que no le votaste si el vago robó de los lindo en las elecciones...

Pero bueno, una cosa es cierta: ni el loro estaba en la plaza 9 de Julio cuando ellos si, space boy, salieron a saludar como si fueran las Spice Girls, las de la bandita esa que cantan por ahí...

Bueno, así nomá é dijo ya sabés quien....

Y después, lindo tepotí con el que Lucha por Misiones, jejej, que de tanto Luchar, ahora parece que lo quieren linchar lo compinche del pejota.

Yo si que nunca entendí nada de esa bolsa de gato de la casona que está en López y Planes casi Lavalle, de Posá-a, adonde estaban por levantar un hospital, dijo alguno por ahí... y hablando de hospitales y de enfermos, otro que angá, se está muriendo mismo son los radicales, que ya están por salir a buscar afiliados en Encarnación porque el partido, jeje, está partido en pedacitos...

Y ahí andamos en la ciudá.... mirando un poco qué pasa por todos los  “guines” para saber  lo que nos depara el destino...

Dos cosas te viá decí antes de que me olvide: yo puedo recorrer mucho la city y enterarme de varias cosas pero si vo no me ayudá, te digo nomá que va a serrr (N de la R: léase con entonación paraguaya: aspirando la rr, tal como se pronuncia celularrrr o espectacularrr) medio imposible  que yo puedas contar todo lo que pasa así que vos, chamigo, vas a tener que pasarme  un correo con todo lo que vo sabé para orientarme un poco: pasame a este correo que me prestan por ahora, porque ni correo mismo no tengo: guia@argentina.com y lo que podamos, si es que no terminamos todos en cana, lo vamos contando, pero haceme mismo ese favor, y vemos qué sacamos entre todos...

Y la última, hay una guainita acá en un despacho del centro que masiado loco mismo me tiene y no se como se llama..., trabaja con un despacho oficial de no se qué cosa pero ella es morochita, así, pelo negrito, y tiene unos faroles claro que mamita querida..., me miró el otro día y masiado pavo mismo me puse yo y me quedé en el amague....ay, querrrmosura la guaina esa.

Si sabé quién es, avisá pué, total, yo soy misionero toronja y no te viá dejá mal parado. No te olvides que yo no tengo suegro.... y ando buscando uno (je...je...).

Cé vemos la próxima semana, porque yo tengo que trabajar toda la semana (por ahora traigo celulares de Paraguay, habilitado y todo, con numero de donde quieras) y el fin de semana escribo esto.  No vemo entonces ché.

Cuidate cabesha!!!

El Pombero

periodista

Abrí los ojos y asomate

Por Sergio Cutuli (*)
Ey, Pelusa, despertá! Afuera la gente clama por vos. Mirá cómo te quiere, y te quiere bien, ¿eh?. En serio, asomate, no lo vas a poder creer.
Che, che... Zurda mágica, dale. Dejate de joder, ¿cómo que ese corazón no puede más?
Barrilete cósmico, abrí los ojos de una vez. Tenés que ver lo que sos para tantos, mirá!!
Diego, Diegooo! Pegate con el puño así, en el pecho, como hiciste tantas veces... Dale un golpe a ese que siempre latió por Argentina y que ahora dicen que es grande como el de un búfalo. Reanimalo para que siga bombeando.
Dale Diez, ellas están acá, esperándote.
No jugués hermano, pará con este chiste. ¿Acaso no ves que la Tota y Chitoro están demasiado viejos para esto?
Escuchá, escuchá! ¿Sentís? Es la 12! Cuchá como grita! Maradooooo, Maradooooo!
Intentalo, dale, vos podés. Quiero que te pongas de pie, que sientas el frío del pasto en tus pies descalzos, que te mojes las patas en el mar, que el viento y la lluvia te golpeen en la jeta; que camines, así como estás, desnudo... Que te des cuenta que de nada sirve la plata. Que estás en bolas, loco, como en octubre del 60...
Abrí, abrí bien grande esos ojos negros. Quiero que mires para adelante, sobre tus hombros y también para atrás. Sí, hay muchos, pero no te confundas, en realidad estás solo. Algunos son como postes, como los defensores ingleses, ¿viste? Están ahí pero no cuentan.
Otros, ya lo sabés... Son como buitres. Deambulan, sobrevuelan, picotean, observan y esperan hambrientos, contentos de que estés mejor porque eso quiere decir que hay más sangre para chupar.
¿Y los que aparecen sólo para levantarte en andas? No, quedate piola, esos ni aparecieron. Esos van a volver cuando estés bien, vas a ver... Cuando estés más flaco, cuando tengas la copa llena de burbujas, cuando haya plata para gastar...
Y a unos pocos, a poquitos, no les hizo falta venir; siempre estuvieron, firmes, extendiéndote sus manos para que te levantes. Pero a lo mejor te cueste identificarlos entre la muchedumbre.
Lavate la cara, dale. Despabilate, que tengo algo para decirte.
Así como estás tengo un pedido para hacerte. Sí, sí, ya sé... Pero te juro que esta vez es por tu bien. Ojo, no te pido que la pongas al ángulo, no. Ni que nos lleves al Mundial, que traigas la copa, que dejes afuera Italia, que eludas a Shilton, que se la pongas como con la mano a Cani, que le escapes a la patada de Goicochea o a la marca de Reyna... Lo que te pido es más jodido, mucho más... Diego, che Diego... Abrí los ojos y asomate. No lo vas a poder creer.

(*) Periodista y maradoniano

Vivir para contarlo

Miércoles 21 de abril
(Extraído de http://mujergorda.bitacoras.com/)

Al Zacarías lo vi llorar tres veces en la vida. Cuando le dijeron que el Nacho era un varoncito, cuando le metiste el segundo a los ingleses, y cuando te echaron del mundial '94. Así que date cuenta: gracias a vos descubrí que mi marido tenía sangre en las venas. Por eso si él reza, yo rezo. Y no me importa si otra vez hay que rezar por vos. En esta casa, cuando mi marido dice que hay que prender dos velas, se prenden dos velas y sanseacabó.
Vos no sos santo de mi devoción, ya te lo dije mil veces; siempre me caíste para el culo porque sos un fanfarrón y un bocasucia. El Zacarías me dice que si me gustara el fútbol sería otra cosa, que vos adentro de la cancha eras algo que no tenía nombre, una cosa de otro mundo, que en tus mejores épocas eras capaz de enloquecer las leyes de la física y bla bla bla. Pero por ese lado a mí nadie me compra. Yo soy una señora, no entiendo y no quiero entender de pelotas y pantaloncitos cortos.
En cambio hay otras cosas que sí entiendo. Y por esas cosas rezo estas noches, pero ojo: no es por vos. ¿Sabés por qué rezo? Porque hubo momentos en los que no tuvimos nada, pero lo que se dice nada, arriba de la mesa, y vos le dabas alegría a mi familia.
Alfonsín estaba haciendo estragos, y gracias a Dios justo nos cayó del cielo un Mundial que ganaste de punta a punta. Para mí fue un invierno horrible, porque solamente podía poner buñuelos de acelga en el almuerzo y buñuelos de acelga en la cena. Pero si hoy le pregunto al Nacho o al Zacarías qué se acuerdan de ese invierno, ellos te nombran, se llenan la boca de vos, sonríen... No se acuerdan de otra cosa; no tienen la menor idea de que pasaron hambre.
Afuera, en la puerta de la clínica donde respirás por un tubito, está lleno de periodistas extranjeros sacándole fotos a un mundo de gente que prende velas y que se pasa la madrugada recitando el rosario. A veces me da un poco de vergüenza que el resto del mundo crea que somos tan básicos, tan cabezones. Pero después me dan ganas de explicarle al mundo que nadie reza por el bocasucia, ni tampoco por el fanfarrón. Me dan ganas de explicarle al mundo qué país es éste, qué pocas alegrías hemos tenido en los últimos veinte años, y que de esas pocas, casi todas vinieron con tu firma.
Con lo que nos cuesta ponernos de acuerdo en algo. Con lo que nos cuesta reírnos o llorar o gritar por lo mismo. Con lo que nos cuesta cantar "Argentina, Argentina" y al mismo tiempo sentir que el pecho se infla. Y hacer fuerza por lo mismo, y querer ser mejores, y patalear de rabia. El día de la efedrina salí a la calle y, te lo juro por mis tres hijos, por primera vez en la vida vi a todo el mundo llorando. La gente iba en silencio por la calle, arrastrando los pies, y se le caía los mocos. Todo el país desinflado y mudo. ¡Qué raros que somos!, pensé, pero me sentí orgullosa de esta sangre que era mía, porque yo también lloraba y no sabía desde cuándo.
Si hasta el Caio, que nunca te vio levantar una copa del mundo, tiene un poster tuyo en su pieza y habla de vos como si te hubiera vivido. Si hasta el Nonno te perdonó que mandaras a la puta que los parió a toda Italia en directo. Si incluso el Nacho, que odia el fútbol, sabe que vos sos mucho más que eso, y te defiende... ¿Cómo no voy a rezar para que te pongas bien?
Dentro de muchos años, los hijos de los hijos de la Sofi van a vivir en un país mucho mejor que el que tenemos ahora. Estoy segura. Y nadie se va a acordar que eras un fanfarrrón y un bocasucia. En los libros de lectura se va a decir de vos solamente lo importante, que acá una vez nació un negrito que jugaba a la pelota mejor que nadie, y que era capaz de levantar a un pueblo triste y volverlo loco de alegría, de hacerlo feliz incluso en las épocas más negras. Para que no se muera ése, rezo.
Para que te cures, para que puedas descansar de todo el esfuerzo de haber sido único y te quede tiempo para ser un tipo común. Para que puedas ver a tus nietos, abrazarlos, y contarles quién fuiste. Debe ser muy lindo llegar a viejo, mirar a un nieto a los ojos y decirle, con el corazón despierto: "¿Sabés quién era yo? Yo era Diego Maradona". Y estar vivo para contarlo.

La existencia del alma en el Caio

Jueves 08 de enero de 2004
(Extraído de http://mujergorda.bitacoras.com/)

El Zacarías y yo tomamos mate. Siempre. A cualquier hora. Las veces que estuvimos a punto de separarnos, las veces que llegó un hijo nuevo a casa, cuando lo echaron del trabajo, cuando Argentina salió campeón del mundo, cuando se cayeron las torres gemelas. Cuando murió mamá... Entre el Zacarías y yo hubo días sin besos a la mañana, semanas sin dirigirnos la palabra, meses enteros sin juntar los pelos, años larguísimos sin un peso en el bolsillo. Pero no hubo nunca en nuestro matrimonio un solo día sin que él o yo nos sentáramos en silencio a tomar mate.
El mate no es una bebida, corazones de otro barrio. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión. Te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás sola. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es “hola” y la segunda “¿unos mates?”.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos. Los buenos y los hijos de puta.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. El Caio empezó a pedir a los cinco. La Sofi a los nueve. El Nacho a los tres. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza:
—¿Dulce o amargo?
El otro responde:
—Como tomes vos.
Yo les escribo siempre a ustedes con el mate al lado del teclado. Leo los comments con el mate al lado. Los teclados de Argentina y Uruguay tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie. Ni a la vieja Monforte.
Escribo esto por algo. Hoy llegamos todos de la calle y el Caio estaba tomando mate solo. Nunca antes había tomado mate solo. Siempre con el Chileno Calesita, o con la hermana, o con nosotros. Solo jamás.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es porque ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
El Caio no sabe qué carajo le pasa. No va a recordar este día. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solos. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones. Yo no me acuerdo de mi día. Zacarías tampoco. Nadie se acuerda. Pero hoy el Caio empezó a tomar mate solo. Hoy, 8 de enero del 2004, a la madrugada. Su padre y yo, escondidos en el pasillo, empezamos a mirarlo con respeto.